Cápsula diaria de 30 segundos

viernes, septiembre 24, 2004

In my father´s den

O cuando el pasado es una losa muy pesada. En las antípodas tienen con nosotros en común precisamente eso. Ser nuestras antípodas y nosotros somos las suyas. Por eso uno de los personajes sueña con abrir un bar en España y tomarse unos vinos mirando al mar en una noche cálida. Pero eso sólo ocurrirá si se limpia bien la herida. Una herida que se malcerró hace años y que sólo podía terminar enquistándose y en algún momento volver a abrirse. Es la muerte del padre lo que provoca la apertura de la herida y de la película.

Acompañados del protagonista vamos escarbando y dibujando el esquema de esas relaciones aparentes, de las no visibles, de las no deseadas. Y el director logra llevar a buen puerto una historia que en manos de otro no habría pasado de melodrama barato de sobremesa.

La duda que me planteo al terminar de verla es ¿cuanto tardarán en importar los americanos a ese magnífico actor protagonista? ¿cuando nos seguirá regalando Miranda Otto esos pequeños papeles secundarios? ¿cuando volveremos a ver otra película neozelandesa? Esperemos que la globalización alcance a todos y que las antípodas no queden tan lejos la próxima vez....